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jueves, 11 de diciembre de 2014

Silencio, la sociedad está durmiendo




 Por Ignacio Duarte Escalera

Al caminar por los pasillos de la máxima casa de estudios de Guanajuato, se percibe una sensación de hambre de justicia, donde los profesores miran en los alumnos una esperanza de cambio, una luz de lucha que responde a la voz de la verdad; los estudiantes, están rodeados de información, inquietudes, de ganas de mejorar su entorno, y responder a las ilusiones depositadas en ellos. Es un panorama prometedor, los alumnos salen a las calles a luchar por una causa justa, los profesores apoyan dicha rebeldía, la sociedad responde de manera positiva hacia tal acto, clamando: ¡Justicia! Una voz fuerte y unida, que tiene el mismo objetivo y destino, un  país mejor. La esperanza de cambio se despierta en cada uno de los ciudadanos, el movimiento se hace más grande y al parecer, llegamos a la coyuntura que nos permitirá el cambio, el momento decisivo que estábamos buscando.

            El objetivo que parecía una utopía, estaba a unos cuantos pasos, a unos pocos sacrificios por parte de esa sociedad, que por fin estaba unida; el camino difícil ya había pasado: la apatía, la desorganización, la falta de información, el poco interés en cuestiones sociales. Todo indicaba, que el cambio que por tanto tiempo se consideraba innecesario e imposible, se consolidaría, resolviendo problemas actuales y dejando transformaciones permanentes.

            Pero había un problema: sacrificios. Al pasar los días, esa preocupación iba creciendo y el espíritu de lucha desvaneciendo, las personas vuelven a su vida cotidiana, tratando de solucionar sus propios problemas; los profesores, ya no reflejan ese apoyo que tanto ayudó a sus alumnos, están saliendo de ese sueño, que por momentos les permitió imaginar el cambio; los alumnos, desconcertados y dudosos, regresan a las aulas de clase, encerrándose en un mundo de libros. Silencio, la sociedad está durmiendo.

El titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jesús Murillo Karam, confirmó el 7 de diciembre del presente año, que entre los restos óseos encontrados en un basurero, ubicado en el municipio de Cocula, Guerrero, se encuentran los del estudiante Alexander Mora Venancio, uno de los 43 estudiantes desaparecidos el pasado 26 de septiembre en Iguala. También destacó que la investigación continuará, hasta dar con el paradero de todos los responsables del caso Ayotzinapa, declaraciones que suenan repetitivas desde hace meses, y en las que cada vez se prolonga más la espera de justicia. Las autoridades, siguen sin ofrecer un esclarecimiento de lo ocurrido, haciendo alusión, a que se hace todo lo posible por resolver el caso, y que es momento de superarlo. La última palabra estará siempre en la sociedad, tomando la decisión de aceptar esa respuesta, o despertar e ir en busca de la justicia.

“Resignación porque los pueblos, cuando tienen problemas, no son rebeldes. El que tiene que comer todos los días, no puede permitirse el lujo de perder, por un acto de rebeldía, un puesto de trabajo.”

Julio Anguita

martes, 9 de diciembre de 2014

El gobierno que queremos, el gobierno que merecemos



Por Jacob Alejandro López Vieyra
“La historia de México es como la biografía de un sujeto clínico; sus conflictos históricos se pueden resolver, o al menos entender, a base del análisis debido”.
Octavio Paz

Una noche, cuando salí de la facultad y esperaba tomar el penúltimo autobús rumbo a mí casa pensaba: ¿qué sería de México si no tuviese el gobierno que tiene? Acaso ¿las cosas serian peores? O bien, ¿todo estaría mucho mejor? Cuando llegó el autobús me apresuré para tomar un asiento, justo después de mi venia una ancianita que decidió sentarse a mí lado y comenzó a conversar conmigo, por respeto a su edad tomé mis audífonos y los coloque en mi mochila.
            De un instante a otro, comenzó a hablarme del clima, de sus hijos, de su vida, entre tantas cosas, y por extraño que parezca terminamos hablando de política, hasta llegó a hacerme un comentario bastante curioso, ella dijo que su anciano esposo cuando vivía le decía que con el gobierno que tenemos si se alzaran otra vez para la revolución el agarraría su pistola y se iría con aquellos que se levantaran. Esto me recordó a algunos compañeros, que conforme a lo sucedido en los últimos meses en México (estudiantes desaparecidos, cuerpos mutilados hallados por docenas dentro de fosas, políticos relacionados con el crimen organizado, el precio de los hidrocarburos cayendo lentamente, etcétera) han dicho, con la mayor de las firmezas: hay que cambiar al país, hay que levantarnos en armas; a lo que yo siempre les pregunto: ¿sabes sostener un fusil? ¿Sabes dispara un arma? ¿Sabes matar a un hombre?
            Coincido con ellos en que es tiempo de cambio, sin embargo, no estoy dispuesto a ver sangrar a mi pueblo, somos el legado de un pueblo que terminó una independencia e inició una revolución, continuó con una guerra entre el Estado y los allegados de la iglesia católica, años más tarde, hasta nuestras fechas continua una batalla que el pueblo no puede ganar contra los grupos criminales, extorsionistas, secuestradores y contra sí mismos.
            Estas preguntas, por el tipo de pueblo que merecemos, me recuerdan aquella vieja historia de un monje tibetano que viajo intentando cambiar el mundo, al notar que no podía cambiar el mundo intentó cambiar su país, y por supuesto no lo consiguió, así que optó por intentar cambiar su estado, pero tampoco tuvo éxito, determinó entonces cambiar su comunidad y esta vez logró un poquito de éxito, sin embargo, ya era muy viejo cuando esto ocurrió y en ese momento el monje descubrió que antes de cambiar al mundo entero primero tenía que cambiar el mismo. Creo que México corre la misma suerte con tantas personas que marchan en favor de la justicia social, en favor de un mejor país, un mejor país no se exige, un mejor país se construye, pocos son los que dicen que para cambiar México no hay que cambiar al gobierno, hay que cambiar todos.
            Somos una raza fuerte llena de hombres apasionados y trabajadores, muy ingeniosos y valientes.
            Lamentablemente, mientras en México no cambiemos nuestros malos hábitos como nación no conseguiremos mejorar al país, porque aunque queramos o no la culpa no es sólo del gobierno o de Peña Nieto, la culpa es de todos.