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martes, 8 de diciembre de 2015

Corporativismo en México


Fátima Romina Arroyo Vargas
Sin duda es un tema del cual la mayoría conoce como práctica popular del sistema político mexicano. En la época de alternancia en los puestos políticos las prácticas vuelven a tener atención siendo las elecciones la cancha adecuada. Aunque, el corporativismo como practica ha cambiado y se ha insertado como una forma de representación de algunos grupos subalternos y de organizaciones, ya no puede concebírsele de manera tan negativa. En cierta forma gracias al corporativismo se han resuelto dos elementos: el de la representatividad (hacia dentro de la organización) y el de la representación de la categoría funcional hacia el ámbito externo. La cosa es así, su funcionamiento tiene que ver con una relaciones de poder de los líderes con respecto a los que son “representados”; las organizaciones ofrecen a estos apoyo mientras que los representados hacen las demandas. Durante mucho tiempo esto funcionó debido a que las organizaciones obreras, campesinas y populares jugaron un rol importante en la determinación de políticas de los gobiernos. Sin mencionar que el apoyo principal que la movilización debe de aportar se concentra principalmente en el aspecto electoral. Mil veces hemos escuchado ya sea entre conocidos o en nuestros propios casos, que si no apoyamos a cierto partido, perderemos nuestro empleo. Esto está por demás mencionarlo, sin embargo este es el común denominador, cuando los líderes desean mantener sus puestos deben esforzarse, por tanto, en procurar que quienes lo llevaron a ese lugar conserven su poder. Siendo así que los obreros y campesinos brindan su apoyo a los grupos de interés a cambio de que sea asegurado ya sea su empleo, beneficios salariales o prestaciones de vivienda. Se dice que tras Miguel de la Madrid, dichas organizaciones fueron perdiendo auge al disminuir los liderazgos de las organizaciones que no pudieron mantener su representatividad.
Así pues, y sin más tapujos, recurramos a las definiciones operativas sobre el corporativismo. Philippe Shmitter (uno de los autores más reconocidos en la ciencia política por su trabajo sobre el corporativismo) nos dice:
 “…el corporativismo  es una estructura de intermediación de intereses a través de la cual los actores (sindicatos y patrones) están limitados en número, son subordinados, jerarquizados, protegidos frente a la competencia, reconocidos y aceptados por el estado; se benefician frente a él, del monopolio de la representación, en medida en que logran, a cambio, garantizar un control relativo en la selección de sus dirigentes, en el tipo de reivindicaciones expresadas por la base y apoyo con el que cuentan”. 
En resumidas cuentas, podríamos argüir en la intermediación de intereses para influir en la vida política del país, una parte del mecanismo: ”inputs” y “outputs”. Es un “estira y afloja” (por decirlo de alguna forma) entre los grandes grupos de poder y el estado donde se da apoyo a través de los acuerdos de demanda que se hacen por parte de estos grupos de interés. Sin duda alguna a esto quizá se refería Elba Esther Gordillo (en entrevista), cuando en su defensa dijo que la política se trataba de “hacer negociaciones”. Sin más rodeos pongamos como ejemplo este sindicato: el SNTE. Dicho sindicato tuvo un alto posicionamiento cuando la lidereza “comenzó a juntarse” con los panistas, y tuvo un acercamiento con Vicente Fox desde el grupo San Ángel.  El auge económico para los maestros comenzó en ese momento. Aumentos salariales, entregas millonarias de dinero para los fideicomisos de vivienda, otorgamiento de licencias con derecho de sueldo y aumento en las plazas de trabajo. Las cartas se pusieron sobre la mesa, sin mencionar innumerables hechos que la hicieron convertirse en toda una experta en la dominación de la política educativa. 
Más precisamente, (o burdamente), los grupos de interés mueven a la sociedad a través de los sindicatos o trabajadores de empresas grandes, los líderes evidentemente se ven beneficiados en mayoría y demasía, los políticos los apoyan a cambio de que los líderes sindicales o empresariales muevan a “su gente” ya sea para actuar como grupo de presión o para apoyar a algún candidato cuando las elecciones se acerquen. Cualquiera alguna vez ha escuchado de los tan mencionados “acarreados”, o aquellos que ejercen su voto solamente por miedo a perder su trabajo. Esto es el neo - corporativismo, una práctica proliferada a partir del gobierno de Lázaro Cárdenas  él cual cimentó un régimen político recargado sobre dos mecanismos no – escritos: La institución presidencial y los organismos corporativos como principales instrumentos de negociación y representación. La CNC y la ley de Cámaras configuraron un sistema corporativo sujetado a la siguiente regla: “Funcionarían en doble sentido las organizaciones populares (CNC, CTM, CNOP) 1) como organizaciones de defensa gremiales, 2) Como soportes políticos de los gobiernos de la revolución. En resumen, no podían intervenir en la vida política aunque podían participar en ella solo en título personal.
Ya sabemos cómo persignarnos al momento en que alguien mencione al corporativismo; sabemos ahora que es una práctica no escrita, pero utilizada por nuestro sistema político, pues bien dicen que vale más la fuerza de 1 000 000 de trabajadores que marchen cada primero de mayo organizados, a una multitud doble o triple desorganizada y voraz. Simplemente de eso se trata, de la conformación de las élites en el poder gracias a este tipo de actividades políticas.
Como conclusión, solamente nos queda señalar que es deber de la población conformarse también en sociedades de acción civil (o al menos sería lo ideal) para que realmente sus intereses también se vean representados y escuchados, y construir un tipo de presión, claro, sin que se vea contaminado de intereses particulares y más bien se inunde de los generales e incluyentes. Al menos si queremos presumirnos como una democracia pues los hechos insisten cada vez más en demostrar lo contrario.

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