Andrea Fernanda Mora Herrera
Después de que el actual presidente de México, Enrique
Peña Nieto, recibiera el 24 de septiembre el Premio Estadista Mundial 2014 el
año pasado, surgió una oleada de desconcierto entre la clase intelectual y estudiantil,
quienes recuerdan al tercer año de gobierno del presidente como un momento de
fuerte crisis social y económica, marcado por la desaparición de estudiantes,
devaluación del peso, caída del precio del petróleo y la inminente fuga de El
Chapo.
El famoso Mexican Moment no ha tenido los
resultados que por ley debería tener, reformas por aquí y por allá, “decisiones
acertadas que han dado un decidido impulso hacia adelante a su país y a su
pueblo” –palabras de Arthur Schneier hacia Peña Nieto-, se ha concretizado de
manera negativa en la aprobación del represente del Ejecutivo, que va en
picada, ya que de un 55 pasó a un 44% según la encuestadora Parametría.
El caso más actual,
Ayotzinapa, ha causado cierta incertidumbre en primer lugar, que el secretario
de la SEDENA, Salvador Cienfuegos, niegue a toda comisión internacional que se
interrogue a sus hombres (sic) a causa de lo sucedido en Iguala en septiembre
del año pasado, ya que éste, deslinda cualquier responsabilidad del ejército en
dicho suceso atroz, esto como respuesta a una petición de un grupo de expertos
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que ha investigado la
desaparición de los 43 normalistas de la escuela normal Raúl Isidro Burgos, con
motivo de aclarar ciertas inconsistencias que el gobierno habría anunciado como
“verdad oficial”.
El papel de la justicia
ha sido siempre relevante y necesario para lograr la paz social, sin embargo,
el compadrazgo y el favoritismo dentro de una red interminable de poder han
logrado allanar todo argumento en contra del sistema político mexicano. La
Suprema Corte de Justicia, como órgano independiente que zanja conflictos entre
dos partes, puede no considerarse imparcial ante aquellos que necesitan de una
gestión inmediata, ¿por qué? Porque la sombra de aquellos “intocables” hacia grandes
actores siempre aparece.
Aquella política del
bien común planteada por Aristóteles, se ha ido perdiendo dentro de su mismo
romanticismo; la realidad es cruda para la sociedad mexicana: asesinatos de
periodistas, feminicidios, incremento de inseguridad, contracción económica, ¿qué
pasa entonces con el que sería el salvador de México? Ni salvador ni estadista.
Según la RAE, el estadista es aquella persona con gran saber y experiencia en
los asuntos del Estado, pero esta definición va más allá de lo que a simple
vista podría parecer.
Sus estrategias políticas, que incluían una variedad de
reformas estructurales, no han podido desmanchar el territorio ya marcado por
el narcotráfico y la delincuencia organizada. Las encuestas dan un desfavorable
resultado del panorama en cuanto a la aceptación del gobierno de Peña, teniendo
un 59% de desaprobación por parte de los ciudadanos mexicanos.
Lo ya dicho por el subsecretario de derechos humanos de la SEGOB, Roberto Campa
Cifrián, asegura que es un exceso decir que el caso Ayotzinapa es la realidad
en México, por supuesto que no lo es, basta recordar algunos de los casos
ocurridos desde 2012.
1.
Tlatlaya, Estado de México donde se vio involucrado el ejército
en la ejecución de 22 presuntos delincuentes el 30 de junio del 2014.
2.
Ayotzinapa, Guerrero, Desaparición forzada de 43
estudiantes el 26 de Septiembre 2015
3.
Tanhuato, Michoacán donde la policía federal
presuntamente el 22 de mayo del 2015, ejecuto extrajudicialmente a 42 presuntos
delincuentes
Los tres sucesos, en orden cronológico, Tlatlaya,
Ayotzinapa y Tanhuato ocurrieron en tres distintos estados de la República,
Estado de México, Guerrero y Michoacán, en los cuales habitan cerca de 30
millones de personas y que representan aproximadamente el 25% de la población de
México, por consecuencia, el impacto generado es grande, inseguridad, miedo y
desconfianza hacia las instituciones.
En medio de esta crisis que a corto y mediano plazo
aparenta ser interminable, el mandatario del Ejecutivo parece satisfecho con
los resultados que ha logrado su política tan extraña y poco convincente, a
nivel internacional declara que ha logrado gestionar problemas como el combate
a las organizaciones criminales, la pobreza y la desigualdad que domina en el
país, siendo que de diciembre de 2012 a julio de 2015 la cifra es de 57 mil 410
homicidios dolosos en todo el país, mientras que el engrosamiento de la pobreza
ha alcanzado al 46.2 de toda la población.
El repetitivo mensaje de querer un México pacífico se ha vuelto
obsoleto para la mayoría de los mexicanos, quienes recordamos la estrategia
política que Peña difundía hace tres años en medio de las campañas electorales.
Es innegable que el Ejército así como las distintas
policías fueron creados para salvaguardar
y garantizar la seguridad en México, la Suprema Corte como órgano de
justicia, ha perdido credibilidad para con la sociedad, quienes dudan
ampliamente de su imparcial acción. Las instituciones en general, han
registrado un alto grado de desconfianza a nivel nacional, lo que nos habla de
una presunta descosificación social en México.
En la administración actual el gobierno no ha cumplido con los requisitos para merecer, que de acuerdo con este organismo, el premio de "Estadista Mundial",
mismo que se entrega a personas que apoyan la paz, la prosperidad y la libertad
al promover la tolerancia, la dignidad humana y los derechos humanos.
El actual
presidente presenta bajos niveles de aceptación política, no ha cumplido con
las miles promesas que repetía en su campaña, miles de ejecuciones han sido
encubiertas, las instituciones y órganos de justicia carecen de imparcialidad,
inseguridad, pobreza, compadrazgos, clientelismo y populismo han sido elementos
del gobierno de Enrique Peña Nieto, ¿y qué hacemos los mexicanos?
Termino con esto:
"Protesto
guardar y hacer guardar la constitución politica de los Estados Unidos
Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrioticamente
el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando
en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la
nación me lo demande".
(Artículo
87 de la CPEUM)
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