Por Ignacio Duarte Escalera
Al caminar por los
pasillos de la máxima casa de estudios de Guanajuato, se percibe una sensación
de hambre de justicia, donde los profesores miran en los alumnos una esperanza
de cambio, una luz de lucha que responde a la voz de la verdad; los
estudiantes, están rodeados de información, inquietudes, de ganas de mejorar su
entorno, y responder a las ilusiones depositadas en ellos. Es un panorama
prometedor, los alumnos salen a las calles a luchar por una causa justa, los
profesores apoyan dicha rebeldía, la sociedad responde de manera positiva hacia
tal acto, clamando: ¡Justicia! Una voz fuerte y unida, que tiene el mismo
objetivo y destino, un país mejor. La
esperanza de cambio se despierta en cada uno de los ciudadanos, el movimiento
se hace más grande y al parecer, llegamos a la coyuntura que nos permitirá el
cambio, el momento decisivo que estábamos buscando.
El objetivo que parecía una utopía, estaba a unos cuantos
pasos, a unos pocos sacrificios por parte de esa sociedad, que por fin estaba
unida; el camino difícil ya había pasado: la apatía, la desorganización, la
falta de información, el poco interés en cuestiones sociales. Todo indicaba,
que el cambio que por tanto tiempo se consideraba innecesario e imposible, se
consolidaría, resolviendo problemas actuales y dejando transformaciones
permanentes.
Pero había un problema: sacrificios. Al pasar los días,
esa preocupación iba creciendo y el espíritu de lucha desvaneciendo, las
personas vuelven a su vida cotidiana, tratando de solucionar sus propios
problemas; los profesores, ya no reflejan ese apoyo que tanto ayudó a sus
alumnos, están saliendo de ese sueño, que por momentos les permitió imaginar el
cambio; los alumnos, desconcertados y dudosos, regresan a las aulas de clase, encerrándose
en un mundo de libros. Silencio, la
sociedad está durmiendo.
El titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jesús
Murillo Karam, confirmó el 7 de diciembre del presente año, que entre los
restos óseos encontrados en un basurero, ubicado en el municipio de Cocula,
Guerrero, se encuentran los del estudiante Alexander Mora Venancio, uno de los
43 estudiantes desaparecidos el pasado 26 de septiembre en Iguala. También
destacó que la investigación continuará, hasta dar con el paradero de todos los
responsables del caso Ayotzinapa, declaraciones que suenan repetitivas desde
hace meses, y en las que cada vez se prolonga más la espera de justicia. Las
autoridades, siguen sin ofrecer un esclarecimiento de lo ocurrido, haciendo
alusión, a que se hace todo lo posible por resolver el caso, y que es momento
de superarlo. La última palabra estará siempre en la sociedad, tomando la
decisión de aceptar esa respuesta, o despertar e ir en busca de la justicia.
“Resignación porque los pueblos, cuando
tienen problemas, no son rebeldes. El que tiene que comer todos los días, no
puede permitirse el lujo de perder, por un acto de rebeldía, un puesto de
trabajo.”
Julio Anguita
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