Por Jacob Alejandro López Vieyra
“La historia de México es como la
biografía de un sujeto clínico; sus conflictos históricos se pueden resolver, o
al menos entender, a base del análisis debido”.
Octavio
Paz
Una noche, cuando
salí de la facultad y esperaba tomar el penúltimo autobús rumbo a mí casa
pensaba: ¿qué sería de México si no tuviese el gobierno que tiene? Acaso ¿las
cosas serian peores? O bien, ¿todo estaría mucho mejor? Cuando llegó el autobús
me apresuré para tomar un asiento, justo después de mi venia una ancianita que
decidió sentarse a mí lado y comenzó a conversar conmigo, por respeto a su edad
tomé mis audífonos y los coloque en mi mochila.
De un instante a otro, comenzó a
hablarme del clima, de sus hijos, de su vida, entre tantas cosas, y por extraño
que parezca terminamos hablando de política, hasta llegó a hacerme un
comentario bastante curioso, ella dijo que su anciano esposo cuando vivía le
decía que con el gobierno que tenemos si se alzaran otra vez para la revolución
el agarraría su pistola y se iría con aquellos que se levantaran. Esto me
recordó a algunos compañeros, que conforme a lo sucedido en los últimos meses
en México (estudiantes desaparecidos, cuerpos mutilados hallados por docenas
dentro de fosas, políticos relacionados con el crimen organizado, el precio de
los hidrocarburos cayendo lentamente, etcétera) han dicho, con la mayor de las
firmezas: hay que cambiar al país, hay que levantarnos en armas; a lo que yo
siempre les pregunto: ¿sabes sostener un fusil? ¿Sabes dispara un arma? ¿Sabes
matar a un hombre?
Coincido con ellos en que es tiempo
de cambio, sin embargo, no estoy dispuesto a ver sangrar a mi pueblo, somos el
legado de un pueblo que terminó una independencia e inició una revolución, continuó
con una guerra entre el Estado y los allegados de la iglesia católica, años más
tarde, hasta nuestras fechas continua una batalla que el pueblo no puede ganar
contra los grupos criminales, extorsionistas, secuestradores y contra sí
mismos.
Estas preguntas, por el tipo de pueblo
que merecemos, me recuerdan aquella vieja historia de un monje tibetano que
viajo intentando cambiar el mundo, al notar que no podía cambiar el mundo
intentó cambiar su país, y por supuesto no lo consiguió, así que optó por
intentar cambiar su estado, pero tampoco tuvo éxito, determinó entonces cambiar
su comunidad y esta vez logró un poquito de éxito, sin embargo, ya era muy
viejo cuando esto ocurrió y en ese momento el monje descubrió que antes de
cambiar al mundo entero primero tenía que cambiar el mismo. Creo que México
corre la misma suerte con tantas personas que marchan en favor de la justicia
social, en favor de un mejor país, un mejor país no se exige, un mejor país se
construye, pocos son los que dicen que para cambiar México no hay que cambiar
al gobierno, hay que cambiar todos.
Somos una raza fuerte llena de
hombres apasionados y trabajadores, muy ingeniosos y valientes.
Lamentablemente, mientras en México
no cambiemos nuestros malos hábitos como nación no conseguiremos mejorar al
país, porque aunque queramos o no la culpa no es sólo del gobierno o de Peña
Nieto, la culpa es de todos.
Primero que nada felicitaciones al administrador del blog así como sus colaboradores, me parece que el manejo de las opiniones es bastante pertinente a la situación que se está viviendo en una parte del país, quiero decir, propicia a una actitud reflexiva y critica al "momento mexicano" y la actitud que se está tomando buena parte de la sociedad, que para mi resulta bastante confusa.
ResponderEliminarNo quiero ser la aguafiestas, pero el país no necesita turbas de personas enardecidas, necesita un líder lo suficientemente capaz de dirigir e inspirar a estas personas para lograr el fin, y perdón, pero no hay aun un personaje con semejante perfil.
Me pareció una columna buena, espero seguir leyendo más de ustedes. Saludos.