Por Mayra Karina Torres Ríos
A Vicente Leñero
(1933-2014)
A Vicente Leñero se le fue la vida, pero no en vano, al
igual que Norma—personaje protagónico de La
vida que se va (1999) —nos contó muchas historias, como ella, vivió muchas
vidas en una sola.
En La polvareda
(1959) y con La voz adolorida (1961),
nos contó la historia de Los albañiles
(1963), Vicente le sabía a la obra ya que en 1959 se graduó como ingeniero
civil en la Universidad Nacional Autónoma de México, sin embargo se unió al
gremio de Los periodistas (1978) y le
dio rienda suelta a El garabato
(1979), le hacía a todo solo le falto cuidar un Redil de ovejas (1972).
Se reconocía como católico, y en El evangelio de Lucas Gavilán (1962) nos narró de qué manera
profesaba la religión.
Además de novelista y periodista fue también dramaturgo y
guionista, ganó el premio Ariel en cuatro ocasiones, por Mariana, Mariana (1987) —adaptación de Las Batallas en el desierto de José Emilio Pacheco— por El callejón de los milagros (1993), por La ley de Herodes (1999) y por el Crimen del padre Amaro (2002).
Recibió importantes reconocimientos como el de Biblioteca
Breve de la editorial Seix Barral en 1963, el Xavier Villaurrutia en 2001 y en
ese mismo año el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México en el área de
Lingüística y Literatura.
El 26 de mayo de 2011 fue el ocupante número 4 de la silla
XXVIII de la Academia Mexicana de la Lengua.
Se le fue la vida el pasado 3 de diciembre, tenía 81 años, y
cáncer pulmonar.
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