Por Paola Virgen
Otra vez ha quedado en entredicho el viejo estigma que se
tiene de los manifestantes "esa bola de revoltosos que mejor se pongan a
estudiar", porque en 2014 los estudiantes volvieron a salir a las calles.
Ante una la situación
tan crítica como la que se está viviendo el país no solo los estudiantes se
manifestaron, personas que siempre se habían dicho "desinteresadas por la política" dejaron su estado de apatía.
Cada vez resulta más común y frecuente que al abrir el periódico, al checar los temas frecuentes
en alguna red social nos encontremos con asesinatos, secuestros, gente que
"desaparece", cuerpos en basureros, bebés quemados. Sin darnos cuenta nos habíamos acostumbrado a que estas cosas
pasaran porque no era algo cercano o algo que nos afectara.
En estos días todas partes del mundo llegan a México mensajes de apoyo en la lucha,
por todas partes se escuchan consignas pidiendo la renuncia del presidente
Enrique Peña Nieto a lo que él solo responde que es tiempo de
superar lo ocurrido, y si bien, puede ser que no se esté superando, indudable es que se la
fuerza de las movilizaciones se esta dispersando.
¿Qué vamos a hacer? Es la pregunta, y respuestas hay tantas como
inconformes con la situación.
Entre "anarquistas" que dan discursos en templetes,
"comunistas" que quieren la caída del Estado e "institucionales" que gritan que
el gobierno se tiene que morir, cuesta mucho encontrar claridad; no es
necesario que el gobierno emplee sus instrumentos de dominación para impedir la cohesión de los movimientos sociales pues
con las etiquetas autoasignadas y el sectarismo, estos pueden diluirse por sí solos.
Esta efervescencia ha servido para
que nos diéramos cuenta de que nos gobierna
quien nos gobierna porque entre ellos si logran ponerse de acuerdo, saben lo
que quieren y el modo de lograrlo. Mientras que en los movimientos sociales no
logran organizarse ni encausar su fuerza... mientras que no se logre unificar
sin importar el color o "a qué equipo
le vas", el resultado no va a variar en lo absoluto.
Aunque el movimiento no logre
cohesionarse, hay esperanza porque algunas cosas han cambiado, muchos de los
mexicanos y mexicanas han dejado de tener fe en el gobierno pues la realidad no
está de acuerdo con las cifras y datos que
desde "arriba" se manejan, no cumplen con sus funciones y creen que
no hay ningún problema, mienten y creen que
creemos, roban y creen que no nos damos cuenta, matan y creen que no nos
importa.
Después de tantas manifestaciones; paros, bloqueos, marchas... ¿Qué ha quedado? Una ciudadanía cada vez mas consciente, personas que cuestionan, que ya
no se callan ante las injusticias, que están dispuestas a dejar la apatía aunque sea solo en caso de ser necesario, que están dispuestas a afrontar el miedo,
personas que ya no piden, exigen justicia.
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